Los bosques de manglares son invaluables para México. Por un lado, engloban una enorme biodiversidad, que incluye una amplia variedad de insectos, aves, reptiles, peces y mariscos. Por otro lado, brindan una inmejorable protección a las zonas costeras nacionales y sus habitantes, frente a la erosión, los huracanes, las marejadas e inundaciones cada vez más frecuentes dado el acelerado cambio climático mundial, y resguardan al enorme banco coralino que, entre otras regiones, rodea el sureste mexicano. Por si fuera poco, su valor económico es enorme, ya que representan un espacio insustituible para el nacimiento y la crianza de una numerosa proporción de los peces, mariscos y crustáceos que se comercializan en nuestro país, fuente principal de sustento para millones de personas.
Actualmente, los bosques de manglar ocupan una superficie aproximada de 683 mil hectáreas de México (según datos de la Semarnat), que se distribuyen a lo largo de todo el territorio nacional, desde Campeche hasta Sinaloa. Cerca de 62% de los manglares de nuestro país se ubica en el golfo de México y el Caribe, y el 38% restante a lo largo de la costa del Pacífico. Puestas así, de forma aislada, estas cifras no parecen decir mucho del estado que guardan los manglares de nuestro país. Sin embargo, si consideramos los datos publicados hace unos meses por diversas organizaciones ambientalistas como el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda), Conservación de Mamíferos Marinos de México (Comarino), Teyeliz, Greenpeace México, International Fund for Animal Welfare (IFAW) y Defenders of Wildlife, es sencillo entender la catastrófica situación en que se encuentran los manglares de México: a lo largo del último cuarto de siglo hemos destruido alrededor de 75% del total de los manglares nacionales. Literalmente una catástrofe ambiental.
Frente a los enormes riesgos ecológicos, económicos y sociales que encarna la destrucción de los manglares en México, no deja de ser sorprendente que en el último semestre de 2007 se hayan presentado tres iniciativas —una de ellas propuesta el 6 de diciembre de ese año por la diputada federal de Alternativa Socialdemócrata, Marina Arvizu, quien más tarde explicó que había sido un error (y es que se trata de una iniciativa contraria a la propuesta socialdemócrata y que desde luego la dirigencia nacional del partido no comparte), y las otras dos por legisladores del PAN y el PRI— para modificar (matizar, dirían algunos) el artículo 60 TER de la Ley General de Vida Silvestre, adicionado en diciembre de 2006 y publicado en el Diario Oficial de la Federación en febrero de 2007, con el fin de permitir la destrucción de manglares para el desarrollo de proyectos turísticos, siempre y cuando antes se adopten “medidas compensatorias”.
La presión de importantes y poderosos sectores de la industria turística nacional e internacional para tratar de limitar o impedir la protección de los manglares en territorio nacional no es nueva. En 2003 la Semarnat publicó la Norma Oficial Mexicana (NOM) 022, en la que se determinaba una larga lista de medidas para “establecer las especificaciones que regulen el aprovechamiento sustentable en humedales costeros (entendidos como unidades hidrológicas que contienen comunidades vegetales de manglares) para prevenir su deterioro, fomentando su conservación y, en su caso, su restauración”. Un año después, las protecciones a los manglares contempladas en la NOM 022 fueron disminuidas sustantivamente por la propia Semarnat, como respuesta —según informaron algunas organizaciones ambientalistas— a la presión ejercida por importantes grupos empresariales del sector.
Algo similar parece estar ocurriendo con las iniciativas que pretenden modificar la última adición a la Ley General de Vida Silvestre, publicada hace menos de un año. Es cierto, la iniciativa presentada por la diputada Marina Arvizu ya fue retirada de la discusión, argumentando, como ya se indicó, que la había presentado por error. Sin embargo, aún quedan dos iniciativas en la materia que probablemente serán dictaminadas y votadas en las próximas semanas. Ante esta delicada situación, es imprescindible llamar la atención de la opinión pública nacional e internacional, así como despejar cualquier duda sobre la posición de Alternativa Socialdemócrata en la materia. La preservación de nuestros manglares es una responsabilidad histórica ineludible.
Publicado el 23 de enero de 2008 en El Universal.
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